El concepto de actitud,
como una tendencia a responder de igual manera en iguales circunstancias, no
sólo es de interés en Psicología Social sino también en Sociología.
Desde el punto de vista
afectivo, es posible encontrar algunas actitudes básicas en el hombre, que
servirán para describir su comportamiento social del mundo
Baruch de Spinoza, en su “Ética” describe al amor como la tendencia
a compartir penas y alegrías de nuestros semejantes, mientras que al odio lo describe como
la tendencia a alegrarnos del sufrimiento ajeno y a entristecernos por su
alegría.
Si a estas actitudes les
agregamos el egoísmo, como tendencia a
interesarnos sólo por cada uno de nosotros mismos y a la negligencia como tendencia a desinteresarnos por todos, tenemos
prácticamente cubierta la totalidad de las actitudes afectivas posibles.
Podemos decir que todo ser
humano posee, en distintas proporciones, algo de amor, algo de odio, de egoísmo
y de negligencia, preponderando una de ellas en cada caso.
Tanto en Psicología Social como en Sociología se buscan variables observables y cuantificables que
sirvan de soporte a descripciones que puedan encuadrarse en el marco de la
ciencia experimental, de ahí que es posible definir a la actitud característica
como el cociente entre respuesta y estímulo: A = R/E
Así, la actitud del amor implica compartir
penas y alegrías (que habría de ser la respuesta), mientras que el estímulo
serían las penas y alegrías originales que luego habríamos de compartir.
Si asociamos el bien al
amor, mientras que al odio, al egoísmo y la negligencia les asociamos el mal,
disponemos de una ética elemental que
podrá incluirse en una descripción compatible con el método de la ciencia.

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